MIXTURAS DE PAZ!

Por muchos tiempos hemos escuchado sobre la tan anhelada paz mundial, hemos escuchado canciones que mencionan un mundo feliz y un mundo lleno de corazones donde todos se aman y se ayudan pero hasta que punto comprendemos la situación de los conflictos internos que obstaculizan llegar a la utopía mencionada... PAZ! Estas 3 palabras que han sido el ideal de la humanidad desde que se tiene registro de relaciones interpersonales...
La primera intención de este espacio virtual es dar a conocer las mixturas de ideas en cuanto a este tema, reconociendo los diferentes contextos, diferenciando los roles de cada individuo y como desde las dinámicas cotidianas se pueden tejer los cambios.
Este espacio pretende dar otros puntos de vista diferentes a los que nos encontramos en el periódico oficial de nuestro país o región, es tener la oportunidad de conocer la historia desde quien la vivió y desde quien en este momento es protagonista de ella por que esto nos garantiza que no vamos a ser cómplices de juicios o de percepciones de personas ajenas a los conflictos y que es fácil escribir o dar un reportaje desde la posición de espectador pero cuando habla el protagonista la historia toma un tinte
diferente!

Bienvenidas y bienvenidos a este espacio donde los protagonistas somos todos y todas.

domingo, 15 de mayo de 2011

Características de la guerra nacional en Centroamérica.

Para analizar la guerra en Centroamérica, es necesario tener presente la singularidad de confrontación bélica en la región, puesto que el enfrentamiento se dio en un contexto que se regía bajo el poder que ejercía un régimen dictatorial; además, siendo de carácter nacional no fue ajena a un ingrediente internacional que se le asignó históricamente, en función de su ubicación geopolítica y más tarde, a partir de la firma del Acuerdo Trilateral de 1973, preámbulo de la globalización, involucró a agentes internacionales, el comercio regional, el mercado mundial y las relaciones interestatales.

La guerra es nacional, ciertamente, al originarse de un conflicto interno de orden político - social, a causa de que es generado por una ruptura institucional que se presenta en su territorio, donde los factores perceptibles de la complejidad son la cancelación de los canales intercomunicativos entre los actores sociales y el gobierno; la proscripción de los partidos políticos que oponían al grupo gobernante; la ruptura de los mecanismos que propiciaban el diálogo; la negación de los espacios públicos a los actores emergentes y la existencia de un gobierno de facto.

La suma de todos estos factores fue estructurando la hostilidad absoluta, hasta provocar que el actor dominante cancelara toda posibilidad de crecimiento y desarrollo al actor dominado, orillándolo a que buscara formas de asociación y mecanismos de insurrección para revertir el orden impuesto.

Es la hostilidad absoluta la que cierra el zaguán de la negociación y entendimiento político entre los actores en conflicto, pero abre el camino que conduce a la guerra, misma que nace bajo la bandera de las demandas denegadas.

La guerra que nace bajo la bandera de los "sin derechos" no es una confrontación de exterminio, donde sólo uno de los actores implicados puede ocupar la amplitud del escenario y el otro desaparecer. No.

La guerra que nace bajo esas circunstancias está explicitando el problema del poder, en consecuencia el poder que se disputa es absoluto; pese a ello, algo paradójico se desprende de esta lucha, mientras el actor dominante quiere y arriesga el poder absoluto, el actor dominado busca llevarlo al terreno de la política para compartirlo.

Se observa que el asunto del poder, no es un fin o la esencia de la guerra, sino más bien una relación y un ejercicio desigual de fuerzas; es un instrumento, un medio, una relación entre clases que busca garantizar la reproducción de las relaciones sociales de subordinación y la aceptación de un código por parte de los sujetos de conducta sumisa.

Visto así, el poder que se dirimió en la guerra centroamericana tuvo las características que acabamos de esbozar; No obstante, la relación de poder que más llamó la atención fue la manera ejercitarlo, donde, por un lado, los sectores militares y gubernamentales pretendían mantener el status quo, lo que prolongaba la confrontación entre los dos sectores, por un tiempo indefinido y, por otro, se encontraban los actores que pretendían socializar el poder, diseminarlo entre los diversos sectores que integraban el mosaico nacional, buscando con ello recuperar la política para reconstruir el terreno de la confrontación.

Una muestra del interés por revalorizar la política, fueron los pasos que se dieron para buscar una salida a la resolución de los conflictos armados, donde prevaleciera una disposición para negociar y llegar a puntos de acuerdos, sin que mediara una proclama o declaración de un vencedor por una de las partes conflictuadas; sino por mutuo entendimiento de hacer un alto en la guerra y construir o reconstruir los caminos de la institucionalidad que condujeran a una salida consensuada a través del diálogo, la flexibilidad, la civilidad y la apertura de nuevos espacios en la vida pública e institucional de cada país.

La excepción es Nicaragua, realmente el FSLN no arribó al poder por la vía de la negociación, sino por la vía armada, caso que insta a darle un tratamiento singular e invita a realizar un ejercicio político-reflexivo sobre lo acontecido en la tierra de Rubén Darío, en la era de Somoza, bajo la lente de los clásicos de la guerra y las nuevas argumentaciones contemporáneas. (A.Heller, 1991; Robotnikof, Velasco y Yturbe, 1995 y E. Serrano, 1996)

El FSLN, grupo insurgente nicaragüense, no era la única fuerza política de oposición, sino la más estructurada de toda una constelación de movimientos sociales opositores, que enfrentaban a la dictadura de Somoza por todos los medios de lucha, incluso la vía armada.

El conjunto opositor se movían en un escenario internacional favorable, donde la correlación de fuerzas no apoyaba la permanencia de Somoza en el poder, por que la opinión de los gobiernos de la administración Carter en los Estados Unidos, Omar Torrijos en Panamá, C.A. Pérez en Venezuela, López Portillo en México y Rodrigo Carazo en Costa Rica, era de censura y reprobación, por tanto, los ejes que apuntalaban a un gobierno de facto se desvanecían.

En el ámbito nacional, los sectores conservadores nicaragüenses, asimismo habían sido afectados por el control monopólico que Somoza ejercía sobre la economía, la política y las instituciones, no quedándole otro recurso que sumarse a la ola de insurrección, estructurándose de esta manera una operación pinza que apretaba a la administración somocista por las dos bandas, la externa y la interna.

La negociación entre los Estados Unidos y Somoza (influenciada por el peso de los demócratas en la administración Carter) fue que no saliera derrotado por la vía armada, ya que de ser así, el FSLN hubiese tenido la fuerza política y moral para sobreponer un modelo económico y político más cercano al de las revoluciones socialistas clásicas, permitiendo una injerencia mayor del bloque soviético en el área latinoamericana.

Lo mejor opción fue la rendición, cuyo contenido político es que la confrontación armada no tuviese desenlace de guerra, donde un vencedor desplaza a los vencidos; sino que se diera una transitividad inmediata de la guerra a la política, donde Somoza renunciara, nombrara otro presidente y se desplazara a otros espacios más reducidos, reconociéndole al FSLN los espacios que las fuerzas insurgentes habían llenado de contenido político-liberacional.

Entonces se tiene que, la resolución del conflicto no fue por la vía armada, sino por el lado de la política, de ahí que el FSLN tuviera que conformar, junto a otras personalidades y grupos políticos opositores del momento, un gobierno de reconstrucción nacional, que más tarde desembocó en una crisis, por causa de la confrontación de intereses entre los actores que se articulaban en el gobierno y por la dirección que se pretendía dar al Estado en su conjunto.

La reedición del conflicto no involucró directamente a la estructura militar, tampoco fue una confrontación entre dos ejércitos, similar a la guerra que permitió al Sandinismo arribar al poder. Fue un enfrentamiento en el plano cívico-militar donde actores desgajados del FSLN, en común acuerdo con actores de la cúpula empresarial y de la iglesia conservadora, buscaron apoyo en los organismos contrainsurgentes de los Estados Unidos, para obtener medios financieros y logísticos que le permitieran sostener una hostilidad permanente al Gobierno Sandinista.

Esta singularidad permite que el factor externo se conjugue con aspiraciones internas, volcando el conflicto hacia arenas internacionales, donde la confrontación no era entre nicaragüenses, sino ente gobiernos, entre estados.

En el caso de El Salvador, otro escenario centroamericano, el conflicto presenta un cuadro social y político desgarrador, más si lo ubicamos en una situación política de guerra permanente por más de Díez años, donde fuerzas insurgentes armadas disputaban los espacios del poder al grupo en el gobierno, quien representaba los intereses de grupos minoritarios ultraconservadores que se habían aliado con los militares a partir de 1980, para sofocar las aspiraciones políticas de los grupos guerrilleros.

El Salvador, después de Guatemala, es el país más poblado del área, con una población de alrededor de 5.5 millones de habitantes, con 55% de pobreza, donde un tercio de ese porcentaje no tenían posibilidad de cubrir las necesidades básicas, situándolos en el escalafón de extrema pobreza, una tasa de analfabetismo de 50% y una inflación que fluctúa entre el 19.0 y 20.2, cifras que iban configurando el espectro social para que creciera un conflicto.

En medio de la pugna y con una guerra que no mostraba un avance significativo, para ninguna de las dos fuerzas en colisión, el costo social y político era considerable, el desgaste organizacional hacía mella en los partidos políticos, sindicatos y demás instancias orgánicas de la sociedad, los estados emotivos decrecían y la salida político militar prácticamente sellaba la puerta que condujera a una negociación, descartando el diálogo, la firma de un nuevo pacto y trasladar la disputa a otro terreno, al de la política.

Una sociedad desgajada, desgastada por la guerra y con la ansiedad de encontrar una salida pacífica, fue lo que dio la campanada de alerta a los grupos armados que se resistían a reconocer que la victoria en el terreno político - militar era prácticamente inalcanzable, a causa de que los resortes que impulsaron el conflicto habían sido remplazados por otros. Múltiples grupos y asociaciones levantaron su voz para decir que la confrontación era una guerra fratricida que convenía a intereses mezquinos ideologizados y no a la paz y concordia que buscó el pueblo en un principio, desde una postura armada, pero con un objetivo claro, instaurar un Estado de derecho y el confinamiento de los militares a sus cuarteles.

La presencia norteamericana alentó a minúsculos agrupamientos ultraconservadores para que confrontaran a los insurgentes, viendo en la iglesia, los sindicatos, los partidos políticos y en los jóvenes, los enemigos potenciales del régimen, llevando al país a un callejón sin salida y a una guerra desgastante entre dos bandos: insurgentes del FMLN y los militares.

El desgaste de la sociedad se dio en el mismo horario político en que la caída del muro de Berlín y el desprendimiento del bloque socialista ponía fin a una era de la historia, pues se renovaban los actores políticos y las fuerzas del capitalismo empujaban hacia la instauración del modelo neoliberal.

El escenario que se dibujaba dio un aviso a las fuerzas en conflicto en El Salvador, de que no se podía permanecer en la misma línea de confrontación, que había que buscar nuevas opciones, explorarse un camino inédito que los dirigiera a una disputa política sin exterminarse mutuamente, sino a resituarse en el mismo espacio y que la ciudadanía fuese el juez; para que esto sucediera, era indispensable que asumiera otra actitud, transformar su rol y construir caminos hacia la edificación de mecanismos jurídicos eficientes para el entendimiento y el diálogo.

1 comentario:

  1. Centro América al igual que muchos de los países latinoamericanos, se encuentra en pie de guerra resultado de la inconformidad, la necesidad, la búsqueda de soluciones y el bloqueo de sistemas y medios de comunicación capaces de emitir las verdades frente a un problema, es derecho de todos conocer la verdad, sin manipulación, sin persecución, para así tener claro el verdadero panorama de las cosas y no que simplemente se aparente que todo esta bien de un lado y que los del otro son los únicos inconformes

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